Entrevista a Miriam Cebrián

Miriam Cebrián ha visitado Radio Iniesta para contar su experiencia como profesora en el Sáhara, donde pasó el mes de febrero.

Aquí podéis escuchar la entrevista, abajo se puede leer una reflexión que ha hecho Miriam sobre su experiencia.

«Ilusión, incertidumbre, ganas, nerviosismo y hasta incluso miedo, miedo a no poder dar todo de mí, a no estar a la altura profesional y personalmente, y también miedo de no saber adaptarme a un cambio tan brusco como el que esperamos vivir. Viaje largo, lleno de altibajos, de sueño y de desesperación producida por la larguísima espera que tuvimos hasta llegar al destino. Una vez allí… tristeza, primer choque de frente contra la cruda realidad que viven todas las personas en los campos de refugiados saharauis, un pueblo sumergido en la oscuridad de la noche fría, compuesto únicamente por arena, casas de barro y tela, y sin luz ni farolas que alumbren las calles desiertas… pero como en todas las situaciones, siempre encontramos la parte positiva, esa noche tuvimos la suerte de ver el cielo estrellado más bonito que habíamos visto nunca.

Primer día y sentimientos encontrados, felicidad de poder ver la sonrisa que se dibuja en las caras de niños y niñas al verme, pero también impotencia de poder sentir en primera persona cómo son las condiciones en las que viven los ciudadanos de este lugar, y no poder hacer nada para mejorarlo, esto me hace replantearme a cada segundo lo privilegiados que somos en España de poder tener todo tipo de lujos que, en realidad, para nosotros no lo son… y ahí está el principal problema. A la vez, me siento tremendamente orgullosa de haberme embarcado en este viaje, en el que me he propuesto dejar mi mejor sonrisa y huella, procurando ayudar en todo lo necesario sea de la forma que sea.

A medida que pasa el tiempo, me encuentro cada vez más adaptada a los cambios de costumbres, de comida, de higiene, de sueño y todo gracias a la maravillosa familia que me acogió desde el primer momento, familias que, sin conocerte de nada, sin conocer tu vida, tus costumbres, sin conocer ni siquiera tu nombre, te reciben con un abrazo y con las palabras ‘Aquí estamos para lo que necesitéis, esta es vuestra casa’.

Duro y muy impactante el primer día de instituto, donde nos encontramos con profesores y profesoras que el principal objeto de enseñanza que tienen no es un libro, ni una tiza, ni siquiera un boli y folios, es una vara; una vara a la que los niños temen y, por ende, con la que se ganan el respeto de forma violenta. Nos encontramos ante niños/as sin ilusión, sin ganas de aprender, sin material escolar propio de un instituto; sin mobiliario ni clases en buen estado, ya que la mayoría de las sillas y mesas están deterioradas o completamente rotas; ventanas destruidas a pedradas, lo que les obliga a taparlas con cemento para prevenir posibles accidentes y también paredes agrietadas. A pesar de todo esto, se prioriza en el colegio un nivel de exigencia y disciplina extremadamente alto, lo que provoca ausencias y abandono escolar.

Por el contrario, es absolutamente conmovedor que las propias alumnas/os te agradezcan con sus mejores palabras de cariño tu labor en las aulas, que valoren tu empeño y tus ganas de que todo salga bien mostrando interés por la clase y, sobre todo, disfrutando con todas las actividades novedosas e interactivas que les preparamos. Esta sensación y las muestras de cariño que tienen hacia ti es la mayor prueba de satisfacción que pueden regalarte.

He vuelto cargada de aprendizaje porque ‘Fuimos para enseñar, pero hemos venido aprendidos’. Porque convivir con estas familias nos ha hecho aprender que viviendo con muy poco es posible ser felices».